Riachuelo: símbolo de la decadencia nacional

 Ricardo Osvaldo Rufino   mir1959@live.com.ar

Desde hace, al menos, dos décadas, retumba en el oído de los argentinos la siguiente frase: “El Riachuelo es el símbolo de la decadencia nacional”. Otra que la acompaña dice que “El Riachuelo es un monumento a la corrupción, a esa corrupción que el Estado no supo o no quiso controlar…”.

El canal televisivo Telefé, en colaboración con Greenpeace, presentó recientemente una investigación sobre el estado de la cuenca Matanza-Riachuelo, y sus conclusiones son realmente asombrosas y espeluznantes.

Pero antes de referirnos a ellas, vale aclarar de qué estamos hablando: ese curso de agua empetrolada abarca una superficie de 2240 kilómetros cuadrados, dibuja un recorrido de 64 kilómetros, en los que atraviesa 14 municipios del Gran Buenos Aires y, por consiguiente, afecta a aproximadamente 5.000.000 de habitantes. Con el agravante que significa que el 60 por ciento de esa población cuenta con sus Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), el 55 por ciento no posee cloacas y el 35 por ciento no cuenta con servicio de agua potable.

Otro dato que realmente causa impresión es que son 4000 las industrias que contaminan actualmente ese que alguna vez fue un curso de agua, y ahora es una mezcla de aceite, petróleo e infinidad de sustancias nocivas, entre ellas las aguas servidas domiciliarias. La cantidad de desechos industriales que recibe es notable, y el Riachuelo está considerado el tercer río más contaminado del mundo. Los elementos que contiene el líquido son, entre otros, plomo, cromo, mercurio, cadmio, etc. Se han encontrado en este trazado de agua cascos de barcos, esqueletos de autos, basura de todo tipo y un fondo letal formado por numerosos metales pesados y sedimentados en concentraciones muy altas, y muy alejadas de los porcentajes internacionalmente tolerados, con un espesor que llega a 7 metros de profundidad.

El río Matanza se extiende desde el corazón del conourbano bonaerense hasta el puente de la Noria (que es donde finaliza la avenida Gral. Paz) y, desde ahí, el recorrido de agua pasa a llamarse Riachuelo y se extiende hasta la desembocadura del río de la Plata.

Sus principales afluentes son los arroyos Cañuelas, Chacón y Morales en la provincia de Buenos Aires y el Cildáñez (entubado) en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estos afluentes también se encuentran altamente contaminados. Y existen en el trayecto de la cuenca Matanza Riachuelo más de 100 basurales a cielo abierto.

Las conclusiones del programa investigativo determinaron que la población que vive a la vera del Matanza y del Riachuelo está siendo afectada peligrosamente en su salud. Afecciones respiratorias y dermatológicas son comunes, en niños, adultos y ancianos. A la altura de Dock Sud, el líquido del río se mezcla con los residuos de combustible que lanza la destilería Shehhi y el olor se torna insoportable. El periodista tomó una muestra del agua y a simple vista los televidentes pudimos observar hasta qué punto eso es contaminación pura y no lo que debiera ser un líquido transparente, cristalino y puro.

Al ingresar al sitio de Greenpace se lee un informe sobre la situación de este curso de agua que es concluyente. Señala que “La situación ambiental de la Cuenca Matanza Riachuelo es muy grave. Alcanza niveles críticos en los cursos medio y bajo del río y tiene consecuencias directas sobre la salud y la calidad de vida de los habitantes de la zona. Años de imprudencia, abandono y desidia han convertido al río y a su zona de influencia en un icono nacional de la contaminación e injusticia ambiental”.

Hasta aquí los datos. Ahora bien, uno, si es mínimamente responsable, debería preguntarse: ¿qué debemos hacer los argentinos para que las autoridades tomen cartas en el asunto y comiencen a resolver este verdadero despropósito ecológico?

Hay que tener en cuenta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación le ordenó, a través de un fallo dictado el 20 de junio de 2006, al Estado nacional, al gobierno de la provincia de Buenos Aires y al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que rápidamente comiencen a solucionar esta situación. Y no lo están haciendo.

Yo propongo algo: que todos los ciudadanos de los partidos afectados del Gran Buenos Aires y de los barrios de la capital tocados por este curso de agua maloliente dejen de pagar sus impuestos, hasta que a los que les corresponde se dignen a solucionar un tema tan grave para su salud. Es mi aporte, se escuchan otros…

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